Ayer fuimos a la playa con un mar bastante removido, a mi gusto perfecto, olas pero limpio porque en la costa no llovió nada.
Después de bastante tiempo fuimos a mi playa preferida de la provincia de Barcelona. La Roca Grossa en Calella, es un playa con rocas que recuerda a la Costa Brava. Se puede practicar nudismo, pero el principal problema es la masificación. Agosto y con camping y chiringuito, las dos zonas de aparcamiento se llenan muy rápido. Fuimos de tarde y se pudo aparcar al lado de la carretera, no me gusta, pero la playa se lo merece.

El agua a estas alturas del año, bastante caliente, se puede dormir dentro del agua, para alguien acostumbrado a ríos frios.
La novedad, las olas bastante importantes ayer. A disfrutar como un niño con mi hijo Marc que es un gran nadador, pero con precaución pues con su peso la olas lo revuelcan con facilidad. En un revolcón acabó con la cabeza dentro de la arena, anécdotas de días de playa revuelta.
Ya de pequeño los días de olas son los que más disfrute. Siempre más agua que arena.
El Cantábrico me gusta mucho porque las olas no fallan, pero si el mar esta revuelto la resaca es más fuerte y hay que tener más precaución que en el Mediterráneo.

Con olas fuertes es mejor alejarse de rocas que es donde hay peligro de colisiones fuertes. En la arena los revolcones simplemente es arena por todo el cuerpo la consecuencia.


Después de horas en el agua con oleaje el cuerpo queda físicamente agotado. Flotar, nadar, correr, saltar y lanzar a mi hijo al agua fue el menú físico de la tarde, un buen aquagym.

Estuve la semana pasada en Noja (Cantabria) y el mar parecía una balsa de aceite, parecía el Mediterráneo en vez del Cantábrico, si no fuera por la temperatura del agua.
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No es demasiado habitual esa tranquilidad. A mi el Cantábrico me encanta porque rara vez falla las olas. La Mareas y un agua más fría me hacen disfrutar.
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