El miedo a la caída, las múltiples experiencias, quizás son cosas de la edad, pero lo cierto es que cada vez tengo menos pasión por nada. Una buena siesta para desconectar es mi pasión descubierta de hace unos años.
Quizás te vuelves más realista, dejas de soñar despierto, tal vez es esta etapa media de la vida, dónde la juventud va quedando lejos y la vejez también. Aunque no tenga la percepción, tal vez nunca dejamos de aprender, pequeñas cosas que no le damos importancia, porque evidentemente no llegan al nivel de las cosas básicas que te sirven toda la vida.
Reflexiones que surgen mientras conduzco, momentos de inspiración que después hay que poder traer a estas líneas. La profundidad hace que a veces no acaben de expresar exactamente lo que siento, pero al fin y al cabo la vida es el momento.
Esa pasión que te hacía perder la razón, esos nervios a flor de piel, la incertidumbre el deseo impaciente de conocer, de conseguir lo que querías. Atrás queda, ahora va todo más pausado, mejor no perder el control, puede que es una postura conservadora, pero la vida es una maratón y pronto te das cuenta que al sprint no puedes llegar lejos.

Renunciar a sufrir te aleja de sorpresas que te devuelvan la pasión, pero puedes elegir la calma de un valle y evitar los dientes de sierra. Fases de subidón, te comes el mundo, pero la caída es grande y duele levantarse.
Desde fuera la impresión puede ser totalmente diferente, mucho mejor no buscar demasiado en tu interior y que te asalten dudas.

Facetas de la vida que sin darte cuenta se encuentran en el mismo punto, un equilibrio sin tener la impresión de que así sea.
Puedes sentirte triste, desmotivado al leer esto, pero es que tampoco vale la pena vivir montado en el positivismo poco realista. Es una manera de aliviar presiones interiores, dudar es humano. Los sentimientos son los que son, puedes parecer frío y calculador, pero eso no es peor que vivir en una aparente estado de euforia pensando que te traerá todo lo bueno, porque la realidad está en soledad cuando te habla tu voz interior.

Nostalgia de reflexiones de los mayores que te enseñaron la vejez cuando casi no sabías ni lo que era la juventud. Sabios consejos atemporales y esa manera peculiar de interpretar la vida cuando ya has vivido mucho. A veces no querías darle la razón, pensabas que eso nunca te pasaría a ti, locuras de viejo, que con el tiempo ya no lo parecen tanto.
Frases cortas que decían mucho más que palabras, grandes resúmenes de filosofía de vida simplificados al máximo, pequeños apuntes para ir por la vida y cotejarlos con tu propia experiencia.
Unos acordes musicales, un lugar, un olor que te hace recordar por un instante esa pasión de antes. La mirada intensa de jóvenes que aún no han perdido esa pasión.
Etapas que hay que quemar, el final está asegurado, el destino escrito, así que vive las sensaciones al ritmo que desees.
La VIDA se parece a una carrera de largo aliento. A veces, sobre todo en el inicio, nos arrebata el deseo de llegar al destino, de terminarla rápido, de conseguir laureles. Pero luego, cuando reconocemos que a ese ritmo no concluiremos el recorrido, empezamos a darnos chance de disfrutar del entorno y escuchar los sonidos de nuestro cuerpo (pulso, respiración, sí, también ideas y recuerdos tienen resonancias). Además, sabemos que con cada paso el trecho que nos separa de la meta se reduce, por lo tanto, pausamos la marcha y tomamos descansos. Cuando el pasado pesa más en la balanza que el futuro, no hay tanto apremio por finalizar.
Te saludo.
P. D. Hermosas fotos de un bello paisaje.
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Gracias por este gran comentario! Totalmente de acuerdo…
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