Es el aniversario de mi mujer, de mi compañera de vida. Siendo Domingo hay que celebrarlo que cada cumpleaños es especial.
Se suman años y puede que uno ya no quiera una cifra, pero ahí está, el paso del tiempo es imparable.
Compartir una familia es bonito, pero nadie ha dicho que sea fácil. Es difícil poder dedicar tiempo a todos, sobretodo a uno mismo. Esta vida llena de obligaciones, el camino del ratón que se pasa horas dando vueltas para comer. Esclavos del sistema, que aguanta precisamente por las familias que son el mayor apoyo.
Los secretos profundos del hogar, allí dónde se expresan los sentimientos e inquietudes sin tantos filtros. Puedes reconocer la cantidad de cosas que hace por el bien común, pero además puedes reconocer que no te gusta hacerlo.
El calor del hogar, que te permite estar bien, libre de expresarte. Sin presiones, con los que más quieres.
Los años hacen evolucionar el amor, se crea un respeto y una confianza que siempre van estar allí. A veces nos olvidamos de regar la relación, pero si se ha trabajado la confianza, siempre se puede llegar acuerdos para el bienestar común. La vida en familia, cómo todo tiene altibajos, así son los caminos, lo importante es seguir dentro.
Esta chica con la que me pase horas hablando y soñando múltiples aventuras, es normal que acabáramos formando una familia. Nos conocimos con 22 años, pero no fuimos pareja hasta los 25, ahora ya en el club de los 40 los dos.
Por muchos años por delante para celebrar y disfrutar juntos lo que nos dejen. Ya vendrán tiempos mejores para dedicar más tiempo para nosotros.
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