Ayer mi pequeño Gerard ya hizo 3 años. Fue un gran cambio en mi vida su llegada, pero tiene buena salud y crece feliz.
El futuro sigue dando vertigo, prefiero pensar a corto plazo que lo tengo más controlado.
Vuelvo a necesitar dormir, señal de que mi cabeza se encuentra un poco saturada.
Ayer pude salir a correr un poco, ahora vuelvo a la carga, enseguida se pierde la rutina y los pulmones se resienten del leve Covid.

Pero contento de superar antiguos miedos laborales. El pánico siempre ha formado parte de mi, siempre pensando demasiado en cosas, hace que se conviertan en muros. Cuando mi mente encuentra otros miedos que le obsesionan, los muros desaparecen y es agradable sentir que te has superado.

La sensación de control total, no puede durar mucho. La sensación de ir flotando por la vida, de sentir como puedes sonreír a ti mismo. Paz interior, el final de un episodio, una victoria épica que pronto abrirá las puertas a una nueva temporada.
Monotonía de siempre estar en los mismos lugares, ganas de ir a sitios distintos, pero muchos frenos que te devuelven a la realidad de libertad controlada.
Mi alma tiene ansia de ser libre, poder escapar. Aprovecha los instantes en que puede sentir esa libertad.
Viajar sin destino te llena de vida, conociendo a quien se encuentra en tu camino. Poner tierra, para escapar de los problemas…
Hay que escapar hasta de uno mismo, esa aventura sin rumbo fijo te llena de vida.
He tenido la suerte de vivir esas sensaciones y espero poder volver a tener más escapadas.
Me he liberado de cuerdas, me he mareado pensando en el futuro, ya no existe. La escapada está cerca, tú aventura se acerca…
