Ayer de nuevo otra visita a otro río, estamos en racha. Lo disfruto mucho la verdad, un lugar tranquilo con agua fresca abundante.
Muchas veces uno influenciado por el cine y la televisión busca meterse debajo de un salto de agua para encontrar la paz interior, su espíritu zen o lo que quiera. Pero la realidad es que en la mayoría de saltos el apoyo es complejo, la corriente si es fuerte te arrastra. Llegar a ponerte debajo de ellos te puede someter a un esfuerzo y riesgo que creo que no te compensara la ducha potente. Hablo desde la experiencia de meterme en alguno.
Para mi, encuentro más relax simplemente flotando haciendo el muerto un buen rato, observo el cielo y las montañas que me rodean, noto como el frío se mete en mi cuerpo, vences esa sensación y te olvidas de todo. Cuando salgo del agua tras un largo baño me encuentro fenomenal, no hay ningún dolor y sonrió sin más, estoy tan relajado.


Para mí es lo mejor del verano, cada vez más difícil porque la gente descubre esta paz y la comparte, se saturan lugares, las autoridades los regulan y pierden su magia.
Somos muchos, pero en estos lugares pido el máximo respeto, la naturaleza no es un parque temático, para dejar basura mejor cualquier ciudad que siempre hay quién la recoja. Pero aquí hay que tener respeto por el frágil equilibrio del ecosistema que te rodea. Hemos conseguido volver a tener rios limpios gracias a las depuradoras, que la consciencia ecológica no acabe en la ciudad. No sirve reciclar en casa si dejas residuos en lugares como los de las fotos.
El mejor sonido que te acompaña es el agua, porque es pura vida, el elemento mágico esencial de vida.

